
Su pasión por las olas grandes lo ha llevado por todo el mundo, pero siempre regresa a casa: la Misteriosa, su ola más especial
A los 35 años, Manuel Lezcano sigue viviendo su sueño cada día, deslizándose sobre las olas que han marcado su vida desde que apenas sabía caminar. Lanzarote es su hogar y el océano, su rincón de paz. Con solo tres años, animado por su padre, también surfista, comenzó a practicar bodyboard y, poco después, cambió la tabla corta por la de surf. Lo que comenzó como una forma de pasarlo bien acabó siendo su forma de vida.

Primero de todo, hago surf porque me encanta el deporte. Cada año me gusta más cada año pues me noto más, más cómodo en el agua y lo disfruto más. Así que es algo que lo hago por simplemente porque me encanta. Me gusta.
A los 13 años ya se medía en competiciones regionales, y fue a los 20 cuando tomó una decisión clave: dejar el surf convencional y dedicarse exclusivamente a las olas grandes. Desde entonces, su vida ha girado en torno a una única búsqueda: la emoción extrema que sólo pueden dar las olas gigantes.
Son las 7:30 de la mañana. Manu ya está en la playa, tabla bajo el brazo, esperando a que amanezca para zambullirse en el agua. Aunque no haya previsión de grandes marejadas, lo tiene claro: “Siempre hay olas con las que disfrutar y entrenar. Vivo en un sitio privilegiado que me lo permite”.



A lo largo de estos años, ha viajado por medio mundo persiguiendo las rompientes más legendarias: Hawái, Tahití, México, Irlanda o incluso Nazaré. Sin embargo, su ola más memorable la vivió cerca de casa, en La Santa. “La llamamos la Misteriosa y rondaba los 15 metros de altura. Fue una experiencia inolvidable”.
Esa conexión con el mar también ha estado marcada por momentos difíciles. Como aquella jornada en la que una serie de olas de más de 9 metros los sorprendió sin apenas preparación. “Ese día marcó un antes y un después. Entendimos que no bastaba con tener ganas; hacía falta una organización seria y un equipo bien preparado”. Desde entonces, él y su grupo de compañeros han evolucionado hacia una estructura más profesional, cuidando todos los aspectos de seguridad.
Ser monitor en la playa de Famara, entrenador es una parte muy importante, sobre todo la parte donde trabajamos con los más jóvenes de la cantera. Yo sobre todo intento que disfruten en el agua, que disfruten del mar, que disfruten de cada día, de las condiciones que les toquen y que aprendan a estar cómodos y felices en el mar eso es lo más importante.

Gracias a ese trabajo constante, en febrero pasado se proclamó campeón de España de surf de olas grandes en la Vaca Gigante, una de las competiciones más prestigiosas del país. Su próximo desafío: el mundial de olas grandes en Chile, donde podrá ser llamado con sólo dos días de margen. La espera se prolonga entre mayo y octubre, y Manu estará listo cuando llegue la señal.
Tras sus sesiones matinales, Manuel se desplaza a JMC Surf Training, donde es monitor de iniciación. “Disfruto enseñando a las y los más pequeños. Me emociona ver su entusiasmo. Enseguida quieren ir a por olas más complicadas, pero es fundamental respetar el proceso”.
Y tras una intensa jornada, vuelve a casa con los suyos. Sus hijos, aunque pequeños, ya se han subido a la tabla y comparten con él esa conexión con el mar. “Vivo en una isla increíble. Tengo buenas olas muy cerca, puedo entrenar, trabajar y estar con mi familia. Es un regalo”.



