Cuando caminamos por el centro de Lanzarote nos damos cuenta de lo difícil que ha tenido que ser para sus habitantes domesticar una naturaleza adversa y poder desarrollar actividades agrícolas únicas en el mundo.
El cultivo de la vid, plantada en agujeros cónicos sobre el lapilli o picón y rodeada por muretes de protección, es buena muestra del triunfo del hombre sobre la naturaleza salvaje.
Les proponemos 3 rutas de diferente dificultad, la Ruta del Jable, uno de los senderos más emblemáticos de la isla y que permite disfrutar de un paisaje único y diferente a todo Lanzarote. Entre Los Valles y Guatiza encontraremos el Barranco de Tenegüime y en Tinguatón disfrutaremos de una ruta rodeados de la lava volcánica.
La Ruta del Jable (Tiagua – Caleta de Famara)
La ruta comienza junto a la iglesia de Tiagua y nos sorprende desde el comienzo con uno de los paisajes más singulares de Lanzarote. La ruta del jable de origen marino nos proporciona una imagen casi desértica en nuestro camino hacia el pueblo de Soo. Aunque pueda parecer una paradoja nos encontraremos múltiples zonas agrícolas, en las que se cultivan calabazas, melones, sandías o batatas, entre otros.
El sendero transcurre por una ruta bastante ancha y con un suave firme, siguiendo siempre la dirección oeste-noreste para encontrarnos de lleno con el pueblo de Soo. Una vez aquí tendremos que variar nuestra dirección de este a noroeste, después de completar los primeros seis kilómetros del recorrido. A unos 500 metros encontraremos la vereda que nos situará en plena ruta del jable, bordeando la caldera Trasera y Montaña Juan Hierro.
A medida que nos vamos acercando al final de la ruta nos toparemos con la majestuosidad del Risco de Famara y después de algo más de tres horas y medias de caminata llegaremos a la Caleta de Famara, pueblo que ha mantenido sus calles de jable. Tras acabar nuestro recorrido podremos disfrutar de algunas de las playas del lugar o de la amplia gastronomía que nos ofrecen sus locales.
Barranco Tenegüime (Guatiza)
El barranco de Tenegüime, declarado paisaje protegido, resulta uno de los enclaves más misteriosos de Lanzarote, zona en la que a pesar del ambiente seco acoge numerosas especies vegetales y ruta que comenzaremos a unos 100 metros del parque eólico de Los Valles. La primera parte del recorrido, el descenso al barranco, es bastante dificultosa, por lo que habrá que poner la máxima atención en cada uno de los pasos que damos.
Tras una hora de camino, en el centro del barranco hallaremos una vieja edificación donde podemos aprovechar para reponer fuerzas y beber algo de agua. Aunque es posible seguir nuestra ruta por el interior del barranco, se recomienda que se ascienda por la ladera de la derecha. Un segundo tramo en el que podemos contemplar las tuneras de Guatiza y Mala, la cercanía de la costa o el Archipiélago Chinijo con el Roque del Este al fondo.
La parte final del sendero es más sencilla, aunque tendremos que seguir manteniendo al máximo nuestra atención sobre las zonas en las que caminamos. Cerca de Guatiza nos alejaremos del inicio del barranco, completando nuestra ruta, y tras el recorrido podremos disfrutar de las piscinas naturales del Charco del Palo o reponer fuerzas degustando unas tapas por la zona.
Ortiz – Tinguatón
Esta ruta dispone de un recorrido espectacular en pleno Parque Natural de Los Volcanes, encontrándose la salida en Tinguatón y donde un cartel de madera nos informa del itinerario. La lava solidificada es la estampa más singular del sendero, el atronador silencio envuelve todo el territorio y llama la atención la aparición de verodes, higueras y palmeras.
Las montañas de Ortiz y Tinguatón cobijan la primera parte del recorrido, y desde allí podemos contemplar la postal de las cercanas montañas de Timanfaya. A la altura de montaña Ortiz seguiremos en dirección suroeste-sureste con el objetivo de alcanzar Tisalaya y en medio de nuestro camino nos encontraremos con una coqueta cueva que sirve para celebraciones.
Entre Tisalaya y el pueblo de La Vegueta hay infinitos espacios cultivados entre la lava y las montañas que lo rodean. Parras de uva, cultivos de papa y cebollas, es lo más característico de esta zona, donde la mano del hombre se aprecia para aprovechar los pocos lugares donde la tierra es fértil.
Una vez superado La Vegueta y alcanzado Mancha Blanca, a la altura de la Ermita de Los Dolores, regresaremos a Tinguatón unas cuatro horas después de haber iniciado el recorrido en el mismo lugar. Después de completar nuestra ruta, la visita del Monumento al Campesino, obra de César Manrique que conjuga arquitectura, agricultura, artesanía y la mejor gastronomía tradicional.